BUENOSAYRES

PRODUCCIÓN DEL TALLER . CIUDAD DE BUENOS AIRES 





[...] Templada y riente (como lo son las del otoño en la muy graciosa ciu­dad de Buenos Aires) resplandecía la mañana de aquel veintiocho de abril: las diez acababan de sonar en los relojes, y a esa hora, despierta y gesti­culante bajo el sol mañanero, la Gran Capital del Sur era una mazorca de hombres que se disputaban a gritos la posesión del día y de la tierra. Lector agreste, si te adornara la virtud del pájaro y si desde tus alturas hubieses tendido una mirada gorrionesca sobre la ciudad, bien sé yo que tu pecho se habría dilatado según la mecánica del orgullo, ante la  visión que a tus ojos de porteño leal se hubiera ofrecido en aquel instante. Ya Buques negros y sonoros, anclando en el puerto de Santa María de los Buenos Aires, arrojaban a sus muelles la cosecha industrial de los dos hemisferios, el color y sonido de las cuatro razas, el yodo y la sal de los siete mares; al mismo tiempo, atorados con la fauna, la flora y la gea de nuestro territorio, buques altos y solemnes partían hacia las ocho direc­ciones del agua entre un áspero adiós de sirenas navales. Si desde allí hubie­ses remontado el curso del Riachuelo hasta la planta de los frigoríficos, te habría sido posible admirar los bretes desbordantes de novillos y vaqui­llonas que se apretaban y mugían al sol esperando el mazazo entre las dos astas y el hábil cuchillo de los matarifes listos ya para ofrecer una heca­tombe a la voracidad del mundo. Trenes orquestales entraban en la ciu­dad, o salían rumbo a las florestas del norte, a los viñedos del oeste, a las geórgicas del centro y a las pastorales del sur. Desde Avellaneda la fabril hasta Belgrano ceñíase a la metrópoli un cinturón de chimeneas humeantes que garabateaban en el cielo varonil del suburbio corajudas sentencias de Rivadavia o de Sarmiento. Rumores de pesas y medidas, tintineos de cajas registradoras, voces y ademanes encontrados como armas, talones fugiti­vos parecían batir el pulso de la ciudad tonante: aquí los banqueros de la calle Reconquista manejaban la rueda loca de la Fortuna; más allá ingenieros graves como la Geometría meditaban los nuevos puentes y cami­nos del mundo. Buenos Aires en marcha reía: Industria y Comercio la lle­vaban de la mano.[...]




Leopoldo Marechal, Adán Buenosayres.


© 2000 AGEA, S.A.
© 2000 María de los Ángeles Marechal y María Magdalena Marechal
Primera edición: Editorial Sudamericana, agosto 1948

1 comentario:

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    Maquinas Registradoras

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