… El autor
ser refiere a Bustillo como un personaje revolucionario por ser de aquellos que
se atrevió a hacer un quiebre, de “darle muerte” a lo establecido. Salvando las
grandes distancias que me separan de Bustillo, y lejos de asemejarme a él; en
mi caso, me encontré con que cierta rebeldía (un poco tonta, un poco tímida)
fue el motor del diseño del atelier: el condicionante de dos caras ciegas. Yo quise
darle muerte a las pautas establecidas. Preferí ir directamente al límite y
manejarme sobre él. Podría decir que más que una actitud rebelde, me dominó
cierto carácter “border-line”. Quizás
por olvidarme de lo primordial del proyecto, me perdí dentro de la rebeldía.
Dejé de lado al artista trabajando en su atelier, y maté la esencia del
proyecto…
[…]
… En una
anterior reflexión sobre la Razón y el mundo sensible, me adelanté al
pronunciar que para avanzar necesitamos las dos piernas, la de reflexión y la
acción; en esta circunstancia pasa lo mismo. Evitemos hablar de pensamiento
binario y entendamos que podemos trabajar con las dualidades. Importa la
destreza técnica y la unidad de la composición, ninguno se subordina al
accionar del otro, y ahí es donde se evidencia la destreza de cada arquitecto.
Para ello, es necesario interpretar una nueva dimensión donde estos conceptos
generan matices. Buscar este abanico de posibilidades entre dos polos tan
sugerentes no es pecar de tibios, al contrario es evocar muchos niveles de
significados que enriquecerán nuestra obra, en este caso, el atelier…
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